CULTURAS
PREHISPANICAS
Mayas, Arte y arquitectura, fue la forma
de expresión social política e ideológica de uno de los pueblos más
interesantes de la América Prehispánica. Sus manifestaciones abarcan todas las
técnicas y materiales que podamos imaginar y se extiende en el tiempo durante
más de dos mil años. El territorio que abarcaron fue muy grande: el sur de
México y la península de Yucatán, Guatemala, Belice y parte de Honduras y El
Salvador. El periodo de mayor auge fue el clásico (300-900 d.C.), después
sobrevino el llamado colapso maya de las tierras bajas del Petén, el abandono
de los centros más importantes y el resurgir de la civilización más al norte,
en la península de Yucatán, durante el periodo posclásico (900-1500 d.C.). El
arte maya hunde sus raíces en la cultura olmeca (1200-400 a.C.) recibiendo
posteriores influencias de Teotihuacán y Tula. Nos encontramos, pues, ante un
arte mesoamericano que participa de sus mismos patrones y concepciones.
Desde el siglo XVI la arquitectura maya ha
llamado poderosamente la atención de los occidentales. Sus pirámides, templos y
palacios habían sido abandonados tiempo atrás, pero la selva y la falta de
información actuaron como acicates para sus primeros estudiosos. Los materiales
de que dispusieron los arquitectos mayas fueron la piedra caliza para los
sillares de revestimiento y tierra, cascajo y lajas de piedra para el relleno
de los núcleos y basamentos, obteniendo cemento para la sujeción del carbonato
cálcico. La madera de caoba y zapote proporcionaba los dinteles de las puertas,
los refuerzos para las bóvedas, así como andamios, escaleras y rodillos que
facilitaban el trabajo. El logro técnico más característico fue la falsa
bóveda, que no es otra cosa que dos muros que se juntan en la parte superior
por aproximación de hiladas de piedras. El estuco se usó para enlucir
pavimentos, paredes y esculturas, y se obtenía mezclando la cal con agua en una
solución de goma vegetal. El enorme peso de las bóvedas y las cresterías (muros
de mampostería que se alzaban sobre ellas) obligaba a aumentar el grosor de las
paredes y a reducir los vanos. Los estilos más importantes son los del Petén
(Tikal, Uaxactún), caracterizado por imponentes masas frontales suavizadas por
la altura de los paramentos y santuarios macizos, de planta irregular, con una
sola puerta; el valle del Motagua (Copán, Quiriguá) se hace singular por la
utilización de sillares de traquita, la gran abundancia de esculturas y la
profusa decoración de los frisos; la región del Usumacinta (Yaxchilán, Piedras
Negras) posee inmensas acrópolis, y destaca por la decoración en estuco y la
sensación de ligereza que le imprimen sus amplios pórticos y las figuras de las
fachadas; la zona Puuc (Uxmal, Kabah, Sayil) se caracteriza por el empleo de
columnas, los zócalos sencillos, las paredes lisas y los frisos enormes y
decorados profusamente con mosaicos de piedra; y en la región Chenes (Hochob,
Dzibilnocac) decoraran toda la superficie de las fachadas con mascarones de
piedra. Por último, el estilo Rio Bec incluye torres ficticias de mampostería
revestida parecidas a las auténticas de Tikal.
Incluye una gran variedad de manifestaciones:
altares, estelas, lápidas, dinteles zoomorfos, tableros, tronos, jambas,
columnas, figuras de bulto y marcadores de juego de pelota. Sus principales características
son la utilización del relieve, la monumentalidad en el tratamiento de los
temas, el uso del color en el acabado superficial, la dependencia del ámbito
arquitectónico, la profusión de signos caligráficos y ornamentales, la
relevancia de las líneas curvas y el carácter abigarrado y escenográfico de la
composición. Las estelas conmemorativas son magníficos trabajos entre los que
destacaremos las de Tikal, Copán, Quiriguá y Cobán. Se trata de enormes lajas
de piedra clavadas verticalmente en el suelo, en las que los escultores mayas
tallaron en bajorrelieve imágenes del jubileo de sus reyes. Se erigían al
finalizar un periodo temporal concreto, cada cinco y cada veinte años, y en
ellas, mediante jeroglíficos, se narraban los acontecimientos más importantes
del reinado. Excelentes son los dinteles figurativos que flanqueaban las
puertas de los palacios y templos de Yaxchilán, los altares de Piedras Negras y
los zoomorfos de Quiriguá, aunque quizá la cumbre de la escultura maya sean los
paneles de los edificios de Palenque. El palacio, y los templos de las
inscripciones, el Sol, la Cruz y la Cruz Foliada, constituyen uno de los
mejores ejemplos de cómo el hombre es capaz de plasmar en piedra su universo
religioso.
Aunque los restos que han llegado hasta nosotros son muy escasos, la pintura mural del periodo clásico maya alcanzó una gran perfección técnica y una gran calidad artística, logrando un difícil equilibrio entre el naturalismo de los diseños y la gravedad impuesta por el convencionalismo de los temas. Aunque utilizan tintas planas carentes de perspectiva los muralistas mayas supieron crear la ilusión del espacio. Primero trazaban el dibujo en rojo diluido sobre una capa de estuco, después se pintaba el fondo quedando las figuras en blanco y posteriormente se iban rellenando los diferentes espacios con sus respectivos colores. Para sugerir la perspectiva y el volumen recurrían al fileteado de las figuras, la yuxtaposición de colores y la distribución de los motivos en diversos registros de bandas horizontales. Los murales más importantes que se conservan son los del sitio de Bonampak (Chiapas). Las pinturas ocupan la totalidad de las paredes de tres habitaciones de un edificio (790 d.C.). Relatan acontecimientos bélicos que incluyen las ceremonias preliminares a la batalla (cuarto I), la batalla (cuarto II) y el sacrificio final (cuarto III). Existen fragmentos de antiguas pinturas en Uaxactún, Palenque, Coba y Chichén Itzá.
Aunque los restos que han llegado hasta nosotros son muy escasos, la pintura mural del periodo clásico maya alcanzó una gran perfección técnica y una gran calidad artística, logrando un difícil equilibrio entre el naturalismo de los diseños y la gravedad impuesta por el convencionalismo de los temas. Aunque utilizan tintas planas carentes de perspectiva los muralistas mayas supieron crear la ilusión del espacio. Primero trazaban el dibujo en rojo diluido sobre una capa de estuco, después se pintaba el fondo quedando las figuras en blanco y posteriormente se iban rellenando los diferentes espacios con sus respectivos colores. Para sugerir la perspectiva y el volumen recurrían al fileteado de las figuras, la yuxtaposición de colores y la distribución de los motivos en diversos registros de bandas horizontales. Los murales más importantes que se conservan son los del sitio de Bonampak (Chiapas). Las pinturas ocupan la totalidad de las paredes de tres habitaciones de un edificio (790 d.C.). Relatan acontecimientos bélicos que incluyen las ceremonias preliminares a la batalla (cuarto I), la batalla (cuarto II) y el sacrificio final (cuarto III). Existen fragmentos de antiguas pinturas en Uaxactún, Palenque, Coba y Chichén Itzá.
De la misma forma que los muralistas mayas plasmaron escenas mitológicas y cortesanas en sus composiciones, los ceramistas reflejaron diversos aspectos relacionados con temas similares. La cerámica polícroma —asociada con el mundo funerario— fue la más extendida. La técnica era similar a la de los murales aunque jugaron también con las posibilidades expresivas que les brindaban el engobe y el pulimento. Suelen ser cilindros, platos y fuentes de distintas dimensiones donde la pintura cubría casi la totalidad de la superficie. Los perfiles de los dibujos se realizaban en negro sobre un fondo monocromo, crema o anaranjado. El otro estilo, del que se conservan muy pocos, llamado códice, recuerda la técnica utilizada por los escribas mayas sobre las tiras de papel vegetal estucadas y pintadas. Las figuras antropomorfas alcanzaron también una gran popularidad y perfección. Las llamadas figuritas de la isla de Jaina (Campeche) incluyen una variada muestra de tipos físicos diferentes. A esta lejana isla llegaban para enterrarse personajes ilustres de muy diversa procedencia, y los artesanos de la necrópolis preparaban los ajuares que habían de acompañarles en su viaje al mundo de los muertos (Xibalbá).
La talla de las piedras semipreciosas, en jade y
obsidiana, suponen una valiosa aportación al arte maya. Figuras humanas,
excéntricos y collares alcanzaron un grado de perfección que las hizo ser
incluidas en los ajuares de las tumbas más principescas.
Aunque las extremas condiciones de calor y
humedad han impedido que estas manifestaciones llegaran hasta nosotros, las
escenas figurativas que aparecen sobre distintos soportes nos permiten hacernos
una idea de cómo debieron ser. Los reyes y dignatarios aparecen vestidos con
taparrabos, camisas, capas, túnicas y mantas realizadas en algodón, piel y
fibra vegetal. Los trabajos plumarios alcanzaron un gran desarrollo. Los
artesanos mayas disponían de una tradición muy rica dentro del medio natural
más apropiado.
Olmecas.Sólo en Mesoamérica (concreta y
principalmente, en México y Guatemala) y en la zona central andina (Perú, norte
de Bolivia y sur de Ecuador) el desarrollo nativo alcanzó este último periodo,
caracterizado por el nacimiento de estados o imperios y de una autentica
civilización. Los dos mejores ejemplos de este periodo son los aztecas de
México y los incas de Perú, pero ambos tuvieron precedentes culturales en otros
grupos vecinos. Los predecesores de los aztecas fueron los olmecas y los
toltecas. Entre otros grupos contemporáneos en Mesoamérica, destacan los
mixtecos y los mayas. En Perú, la civilización asentada en la ciudad de Huari y
la cultura chimú precedieron al Imperio inca. Todos ellos muestran las
características básicas del periodo posclásico: la existencia de estados
organizados, ciudades, una especialización del trabajo, división en clases
sociales, sistemas económicos y comerciales complejos, arquitectura monumental,
sistema numérico y una agricultura intensiva. Eran civilizaciones urbanas cuyo
apogeo cultural fue cortado bruscamente por la conquista española en el siglo
XVI. Véase también Pueblos indígenas americanos; Chavín de Huantar;
Chichén Itzá; Machu Picchu; Monte Albán; Palenque; Arte y arquitectura
precolombinas; Tenochtitlán; Teotihuacán; Tiahuanaco; Tula.
La cultura maya se extendía desde la península de
Yucatán hasta Belice, Honduras y Guatemala, y su periodo de mayor esplendor
tuvo lugar entre los siglos IV y XI. Una de las primeras grandes ciudades mayas
es la de Tikal (Guatemala), de la que se conserva un enorme recinto sagrado
(siglos III-VIII) con numerosas pirámides. Sobre las plataformas de estas
pirámides se elevan los templos o santuarios, con un espacio interior cubierto
por una falsa bóveda típica de la arquitectura de esta civilización. Otro de
los centros florecientes en la época clásica fue Copán (Honduras), un centro de
estudios astronómicos donde se conserva la monumental Escalera de los
jeroglíficos (siglos VII-VIII), así como uno de los juegos de pelota más
hermosos de la civilización maya. El Palenque (llamado así por los españoles
por ser un recinto amurallado) fue el centro de esta cultura en México y su
edificio más emblemático es el templo de las Inscripciones (siglos VII-VIII),
situado sobre una pirámide que, en este caso, contiene una cámara sepulcral. Ya
en el primer milenio de la era cristiana, el guerrero Kukulcán fundó la ciudad
de Chichén Itzá sobre la llanura de Yucatán. La arquitectura de esta ciudad
tiene una enorme influencia de la zona que está al norte de la capital
mexicana, como muestran el templo de los Guerreros (siglos XI-XII) y la
pirámide del Castillo (siglos XI-XII), que siguen los modelos toltecas de la
ciudad de Tula. Otros edificios emblemáticos de Chichén Itzá son el Caracol (un
observatorio astronómico al que se accede a través de una escalera de caracol)
y el famoso Juego de Pelota, flanqueado por unos muros monumentales que están
ricamente esculpidos. También en la península de Yucatán se encuentra Uxmal,
cuyo hermoso palacio del Gobernador (siglos X-XI), erigido sobre una meseta
artificial, muestra la maestría compositiva que se alcanzó en la etapa final
del arte clásico maya. Véase Arte y arquitectura mayas.
La llamada cultura de La Venta
(800-400 a.C.), probablemente relacionada con el pueblo olmeca, parece
haber sido una de las primeras y también la más influyente de todo el
continente americano. Su efecto se aprecia en las edificaciones de Monte Albán
(siglos VI-IX), una acrópolis zapoteca sobre la ciudad de Oaxaca, o en el
palacio de las Columnas (siglo XV) de Mitla, también en Oaxaca, con sus
espectaculares muros recubiertos de mosaicos. Otra de las civilizaciones
mesoamericanas interesantes es la de El Tajín, que ha legado su Gran Pirámide
(siglo VII) de nichos tallados sobre las paredes verticales. Sin embargo, la
gran cultura clásica del centro de México fue Teotihuacán, situada sobre la
llanura noroeste de México-Tenochitlán. Su obra más fabulosa es la gran
pirámide del Sol (siglo II a.C.), un edificio de 72 m de altura y 240
metros cuadrados de extensión, cuyo conjunto completan la pirámide de la Luna y
un área en terraplenes conocida como La Ciudadela. Hacia el siglo IX, la
cultura teotihuacana sucumbió al empuje del pueblo tolteca que introdujo el
culto a la serpiente emplumada Quetzalcóatl, una imagen que representan a
menudo en los bajorrelieves de sus templos. La capital tolteca era Tula, donde
se conserva la pirámide del templo de la Estrella de la Mañana (c. 900),
construida en cinco niveles de 2 m de altura. Un centro que ejemplifica la
transición de la época clásica a la tolteca es Xochicalco (casa de las flores),
en el actual estado de Morelos, México; su magnífico templo de Quetzalcóatl
está adornado con bajorrelieves y glifos. Por su parte, Tula fue destruida en
el siglo XII por los chichimecas, que heredaron las tradiciones artísticas
teotihuacanas y toltecas, y construyeron la pirámide de Tenayuca (siglos
XIV-XV) en cinco capas superpuestas correspondientes a los ciclos de 52 años.
La arquitectura de los chichimecas puede dar una idea de la que produjeron los
aztecas, que fundaron la Gran Tenochitlán en 1325. En las excavaciones del
templo Mayor, en pleno centro de la ciudad de México, se ha descubierto una
interesante infraestructura que permitió levantar el centro ceremonial y
político más importante de Mesoamérica en medio de un lago. Véase Arte y
arquitectura de Teotihuacán; Arte olmeca.
Grecia, Arte y arquitectura de, conjunto
de manifestaciones artísticas que se desarrollaron en Grecia y sus colonias
entre los siglos XI y I a.C. Aunque esta cultura tuvo su origen en la
civilización del Egeo, su evolución posterior la convirtió en uno de los periodos
más influyentes de la historia del arte occidental.
El arte griego se caracterizó por la representación naturalista de la figura humana, no sólo en el aspecto formal, sino también en la manera de expresar el movimiento y las emociones. El cuerpo humano, tanto en las representaciones de dioses como en las de seres humanos, se convirtió así en el motivo fundamental del arte griego, asociado a los mitos, la literatura y la vida cotidiana.
Se conservan pocos ejemplos intactos o en su
estado original de la arquitectura y escultura monumental, y en el ámbito
pictórico no se conocen grandes ciclos decorativos. Sin embargo, se conservan
importantes piezas de cerámica, monedas, joyas y gemas que, junto con las
pinturas funerarias etruscas, nos ofrecen algunas pistas sobre las
características del arte griego. Estos restos se complementan con relatos
extraídos de fuentes literarias. Algunos viajeros, como el romano Plinio el
Viejo o el historiador y geógrafo griego Pausanias, vieron in situ
muchos de los objetos artísticos que se conservan hoy día deteriorados o en mal
estado, y sus relatos ofrecen una valiosa información acerca de algunos
artistas y sus principales obras.
La función principal de la arquitectura, la
pintura y la escultura monumental hasta aproximadamente el año 320 a.C.,
fue de carácter público, ocupándose de asuntos religiosos y de la conmemoración
de los acontecimientos civiles más importantes, como las competiciones
atléticas. Los ciudadanos sólo utilizaron las artes plásticas para la decoración
de sus tumbas. Sin embargo, las artes decorativas se dedicaron sobre todo a la
producción de objetos de uso privado. El ajuar doméstico contenía un gran
número de vasijas de terracota pintadas, con elegantes acabados, y las familias
más ricas eran propietarias de vasijas de bronce y espejos. Muchos objetos
realizados en terracota y bronce incorporaron pequeñas figurillas y
bajorrelieves.
Los arquitectos griegos construyeron la mayoría
de sus edificios en mármol o piedra caliza, y utilizaban la madera y las tejas
para las techumbres. Los escultores labraron el mármol y la caliza, modelaron
la arcilla y fundieron sus obras en bronce. Las grandes estatuas votivas se
forjaban con planchas de este metal o se recubrían de láminas de oro y marfil
que se aplicaba sobre una estructura interna de madera. Algunas veces se
realizaban por separado las cabezas o los brazos extendidos, que posteriormente
se unían al torso. La escultura en piedra y en arcilla se pintaba total o
parcialmente con pigmentos brillantes. Los artistas griegos empleaban colores
al agua para pintar grandes murales o decorar vasijas. Los ceramistas modelaban
las piezas en tornos de alfarero y cuando se secaban las pulían, pintaban y
cocían.
El arte griego se divide normalmente en periodos
artísticos que reflejan sus cambios estilísticos. Las compartimentaciones
cronológicas desarrolladas en este artículo son las siguientes: 1) periodos
geométrico y orientalizante (c. 1100 a.C.-650 a.C.); 2) periodo
arcaico (c. 660 a.C.-475 a.C.); 3) periodo clásico (c. 475 a.C.-323 a.C.);
4) periodo helenístico (c. 323 a.C.-31 a.C.).
Roma, Arte y arquitectura de, arte y
arquitectura de la antigua Roma y su imperio que en su periodo de máximo apogeo
se extendió desde las islas Británicas hasta el mar Caspio. El arte romano más
primitivo comenzó con el derrocamiento de los reyes etruscos y el
establecimiento de la república el año 509 a.C. Se considera que el final del
arte romano, y por consiguiente el inicio del arte medieval, llegó con la
conversión del emperador Constantino al cristianismo y con el traslado de la
capital del imperio desde Roma a Constantinopla en el año 330. Sin embargo, el
estilo romano e incluso sus temáticas romanas paganas continuaron
representándose durante siglos, a menudo bajo la impronta cristiana.
El arte romano se divide tradicionalmente en dos
periodos: el arte de la Roma republicana y el de la Roma imperial (desde el año
27 a.C. en adelante), con subdivisiones correspondientes a los emperadores más
importantes o a las diferentes dinastías. En la época de la república, el
término romano se aplica prácticamente al arte realizado en la ciudad de Roma,
que conserva la huella de su pasado etrusco. Poco a poco, el arte se liberó de
su herencia etrusca, gracias a la expansión a través de Italia y el Mediterráneo
y a medida que los romanos asimilaron otras culturas como la griega. Durante
los dos últimos siglos antes del nacimiento de Cristo surgió una manera
típicamente romana de construir edificios, realizar esculturas y pintar. Sin
embargo, debido a la extraordinaria extensión geográfica del Imperio romano y a
sus diversos pobladores, el arte y la arquitectura romanas fueron siempre
eclécticas y se caracterizaron por emplear distintos estilos atribuibles a los
gustos regionales y a las preferencias de sus mecenas. El arte romano no es
sólo el arte de los emperadores, senadores y patricios, sino también el de
todos los habitantes del vasto imperio romano, incluyendo a la clase media de
los hombres de negocios, los libertos o plebeyos, esclavos y legionarios de
Italia y sus provincias. Curiosamente, a pesar de que subsisten una gran
cantidad de ejemplos escultóricos, pictóricos, arquitectónicos y decorativos,
conocemos pocos nombres de sus artistas y arquitectos. En general los
monumentos romanos se realizaron para glorificar a sus mecenas más que para
expresar la sensibilidad artística de sus creadores.
Podemos hacernos una clara idea de la
arquitectura romana a través de los impresionantes vestigios de los edificios
públicos y privados de la Roma antigua y gracias a los escritos de la época,
como el De Architectura, un tratado en 10 volúmenes compilado por
Vitrubio hacia el final del siglo I a.C.
El arte bizantino desarrolló un estilo
característico; su aplicación a la arquitectura se concreta en los mosaicos,
grandes composiciones murales ejecutadas a partir de pequeñas piezas de mármol
de colores o pasta vidriada (llamadas teselas). Ésta es una técnica heredada
directamente de los mosaicos romanos, con la peculiaridad de que en Roma se
utilizaba únicamente en espacios domésticos.
Las iglesias bizantinas siguieron posteriormente
el modelo de Santa Sofía a pequeña escala, con una cúpula central que descarga
sobre ábsides y otras superficies abovedadas dispuestas a su alrededor. Estas
iglesias proliferaron a lo largo del vasto Imperio bizantino —Grecia, los
Balcanes, Asia Menor y parte del norte de África y de Italia—, e influyeron en
numerosos proyectos del mundo cristiano occidental. Los modelos más tardíos
tienden a minimizar el modelo original, con cúpulas cada vez menores que
enfatizan el espacio vertical. En la catedral de San Basilio en Moscú
(1500-1560), así como en otras iglesias ortodoxas rusas, la cúpula bizantina se
convierte en una cúpula bulbiforme, una forma decorativa que por otra parte no
se manifiesta en el espacio interior.
BARROCO
Entre las características generales del arte
barroco están su sentido del movimiento, la energía y la tensión. Fuertes
contrastes de luces y sombras realzan los efectos escenográficos de muchos
cuadros, esculturas y obras arquitectónicas. Una intensa espiritualidad aparece
con frecuencia en las escenas de éxtasis, martirios y apariciones milagrosas.
La insinuación de enormes espacios es frecuente en la pintura y escultura
barrocas; tanto en el renacimiento como en el barroco, los pintores
pretendieron siempre en sus obras la representación correcta del espacio y la
perspectiva. El naturalismo es otra característica esencial del arte barroco;
las figuras no se representan en los cuadros como simples estereotipos sino de
manera individualizada, con su personalidad propia. Los artistas buscaban la
representación de los sentimientos interiores, las pasiones y los
temperamentos, magníficamente reflejados en los rostros de sus personajes. La
intensidad e inmediatez, el individualismo y el detalle del arte barroco
—manifestado en las representaciones realistas de la piel y las ropas— hicieron
de él uno de los estilos más arraigados del arte occidental.
Las raíces del barroco se localizan en el arte
italiano, especialmente en la Roma de finales del siglo XVI. El deseo
universalista inspiró a varios artistas en su reacción contra el anticlasicismo
manierista y su interés subjetivo por la distorsión, la asimetría, las extrañas
yuxtaposiciones y el intenso colorido. Los dos artistas más destacados que
encabezaron este primer barroco fueron Annibale Carracci y Caravaggio. El arte
de Caravaggio recibió influencias del naturalismo humanista de Miguel Ángel y
el pleno renacimiento. En sus cuadros aparecen a menudo personajes reales, sacados
de la vida diaria, ocupados en actividades cotidianas, así como también
apasionadas escenas de tema mitológico y religioso. La escuela de Carracci, por
el contrario, intentó liberar al arte de su amaneramiento retornando a los
principios de claridad, monumentalidad y equilibrio propios del pleno
renacimiento. Este barroco clasicista tuvo una importante presencia a lo largo
de todo el siglo XVII. Un tercer barroco, denominado alto barroco o pleno
barroco, apareció en Roma en torno a 1630, y se considera el estilo más
característico del siglo XVII por su enérgico y exuberante dramatismo.
RENACIMIENTO. Estilo artístico que se
manifiesta en pintura, escultura y arquitectura en toda Europa aproximadamente
desde 1400 hasta 1600. Los dos rasgos esenciales de este movimiento son la
imitación de las formas clásicas, originariamente desarrolladas en la
antigüedad griega y romana, y la intensa preocupación por la vida profana que
se expresa en un creciente interés por el humanismo y la afirmación de los
valores del individuo. El renacimiento se corresponde en la historia del arte
con la era de los grandes descubrimientos, impulsados principalmente por el
deseo de examinar todos los aspectos de la naturaleza y del mundo.
Durante el renacimiento, los artistas no eran considerados más que meros artesanos, al igual que en la edad media, pero por vez primera fueron vistos como personalidades independientes, comparables a poetas y a escritores. Buscaban nuevas soluciones a problemas visuales y formales, y muchos de ellos realizaron experimentos científicos. En este contexto, se desarrolló la perspectiva lineal, donde las líneas paralelas se representan como convergentes en un punto de fuga. En consecuencia, los pintores comenzaron a ser más exigentes con el tratamiento del paisaje, por lo que prestaron mayor atención a la manera de representar los árboles, las flores, las plantas, la distancia de las montañas y los cielos con sus nubes. Los artistas estudiaron el efecto de la luz natural, así como el modo en el que el ojo percibe los diversos elementos de la naturaleza. Desarrollaron la perspectiva aérea, según la cual los objetos perdían sus contornos y su color a tenor de la distancia que los alejaba de la vista. Los pintores del norte de Europa, especialmente los flamencos, eran más avanzados que los artistas italianos en la representación del paisaje y contribuyeron al desarrollo del arte en toda Europa al introducir el óleo como una nueva técnica pictórica.
Aunque el retrato se consolidó como género
específico a mediados del siglo XV, los pintores renacentistas alcanzaron la
cima con otro tipo de pintura, histórica o narrativa, en la que las figuras
contextualizadas en un paisaje o en un marco de fondo, relatan pasajes de la
mitología clásica o de la tradición judeo-cristiana. Dentro de un contexto, el
pintor representaba hombres, mujeres y niños en diferentes poses, que además
mostraban diversas reacciones emocionales y estados anímicos.
El renacimiento de las artes coincide con el
desarrollo del humanismo, en el que sus seguidores estudiaban y traducían
textos filosóficos. Se revitalizó el uso del latín clásico. También fue un
periodo de descubrimientos de nuevas tierras; las embarcaciones se hicieron a
la mar en busca de nuevas rutas hacia Asia, que dieron como resultado el
descubrimiento de América. Pintores, escultores y arquitectos sentían las
mismas ansias de aventura y el deseo de ampliar sus conocimientos y obtener
nuevas soluciones; tanto Leonardo da Vinci como Cristóbal Colón, fueron, en
cierto sentido, descubridores de mundos completamente nuevos.
ARTE DEL SIGLO XlX Y XX. Además, el tema
artístico está muchas veces dictado por la sociedad que lo financia. El arte y
la arquitectura de Egipto, dominado por el Estado y las concepciones
religiosas, utilizaban como motivos la glorificación del faraón y la vida
después de la muerte. En la piadosa Europa medieval, la mayor parte de las
artes visuales y el teatro trataban temas cristianos. En el siglo XX en los
países totalitarios el arte oficialmente reconocido había de estar al servicio
del Estado. Desde el siglo XIX, en la mayoría de los países occidentales, los
artistas han disfrutado de mayor libertad en la elección de los temas y, en
algunas ocasiones, la forma de la obra se ha convertido en el tema, como sucede
en el arte conceptual y en la música pura.
El rango social de los artistas ha ido cambiando
en Occidente a lo largo de los siglos. En la época clásica y en la edad media
los poetas y escritores, al utilizar para sus obras sólo la capacidad
intelectual, estaban considerados creadores de rango superior a los actores,
bailarines, músicos, pintores y escultores, que utilizaban la habilidad manual
o física. Pero desde el renacimiento, cuando empezaron a valorarse todos los
aspectos de la personalidad humana, la capacidad creativa en el campo de las
artes visuales y de representación ha ido ganando mayor reconocimiento y
prestigio social. Hoy en día el arte se considera, en todas sus categorías,
como parte fundamental de los logros de la humanidad y muchos creadores de los
más diversos campos artísticos se encuentran entre los ciudadanos más famosos
del mundo.
Para teoría del arte véase Estética;
Crítica literaria. Para técnica e historia del arte véase Arquitectura;
Vestimenta; Danza; Teatro y arte dramático; Música; Música occidental; Novela;
Pintura; Poesía; Escultura.
MUNDO DE SOFIA. Comienza con una señorita
llamada Sofía que tiene una edad de 14 años que pasa por muchas aventuras en el
tiempo con un señor que ella lo conocía por medio de cartas, videos el señor se
llamaba Arturo o si no se comunicaban por medio de un perro hasta que Sofía lo
siguió, y llego a una casa por el bosque. Hay vio un espejo que después los
llevo a lo que querían ver.
Sofía por sus viajes con Arturo sabia más que su
maestro de filosofía hasta que su maestro se rindió porque no logro saber mas
que Sofía y a el no le gustaba que supieran mas que él.
Viajó las corrientes más importantes de la
filosofía como son la antigua Grecia, la edad media, la revolución rusa hasta
nuestros días.
Atravesando el espejo conocieron a Mayor y a su
hija y supieron que ellos estaban leyendo su vida es decir venían como de
historia de algún libro.
Ella comenzó con la pregunta ¿Quién eres? Y ¿de
donde venimos? Cuando cumplió sus 15 años viajaron y vieron todo lo que habían
visitado y conocieron a los que estaban leyendo su libro, al final descubrieron
todo lo que querían saber.
Organización política prehispánica.
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